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“En el juego de la poesía”, un comentario sobre “Labios”, por Emilio Serrano de Blesa

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Labios cubierta copiaEN EL JUEGO DE POESIA

En el juego de poesía, nos encontramos con esa performance que Manuel M. Forega se atrevió a realizar en FNAC. El juego consistía en recibir los besos de sus admiradoras que él transformaría en los poemas de su libro Labios, de Olifante Ediciones de Poesía. Como afirma el autor en entrevista de Antón Castro, en el Heraldo de Aragón, del 2 de abril, “juega  con la poética pero quiere hacer un guiño al conceptismo gracianesco y dotar de ternura a esos músculos dúctiles y hermosos”.

La poesía como juego constituye una parte del libro de Rafael Núñez Ramos, La poesía, donde el autor profundiza sobre el antiguo género literario como “conducta interna del individuo, como conducta interior y libre que permite, con la seriedad propia del juego, que la persona, como ser inacabado que es, se proyecte en imágenes y poemas, en posibilidades de ser completamente.” Dice Manuel M. Forega:

 

CASI

Dejan los casi

la luz de la duda:

casi me caigo,

casi me da…

Hay tantos casi

que casi me besas.

(…)

El poeta es el jugador apostando ilusionado. En el “casi” reside el quicio de los anhelos.

En cuanto al estilo y estructura, hay en Labios un cierto conceptismo poético y novedad formal: ese reflexivo decir que nos cautiva, en expresiones de versificación libre que José Domínguez Caparrós ha definido, en su Diccionario de métrica española, como “irregular, sin sujeción a las normas de la métrica tradicional que se compensa con un ritmo de pensamiento (…) una potencia comunicativa particular”. Así escribe Manuel M. Forega:

ABEJA

Si la miel en tus labios,

el acíbar en tu voz

(como la abeja,

sólo cuando es necesario).

Poética de lo breve que ya conocíamos desde Bécquer y proclamaba Juan Ramón Jiménez: “Arte es quitar lo que sobra” llegó a decir en Ideolojía. Gracián recuerda en lejanía: “Lo bueno si, breve, dos veces bueno”.

La poesía es el ámbito del símbolo y la metáfora, una lectura del libro de la vida, según afirmación reciente de Gamoneda. Todo se transfigura, se unifica sin fronteras entre lo imaginado y la realidad. Todo es experiencia del autor, sea cual sea su vivencia, su circunstancia perceptiva. Por eso también Manuel M. Forega quiere denunciar la restrictiva denominación de una corriente de la poesía neorrealista llamada “poesía de la experiencia”:

BRISEIS LUXOR

Como el vuelo del ibis sobre la tumba

donde yace el enigma,

un soplo tibio de tu boca

despertó al príncipe.

No te vayas; deja que mis párpados

aún abatidos por la muerte

se fecunden de luz y nieguen

la sombra donde yago,

En el juego de poesía, símbolos metáforas son ases. Podemos ver el ibis sobrevolando tumbas y enigmas. El beso tiene poder, en cuentos y leyendas, para resucitar al príncipe como si estuviera simplemente dormido. Sin el amor, la sombra se apodera del ámbito de luz. En el impresionante haz connotativo que el lector despliega, según sus circunstancias receptivas, el poema va adquiriendo rotundidad de significaciones. En el placer inigualable del texto, la vida brilla desde la ambigüedad confusa de potencialidades, si se traspasa la barrera de literalidad.

 Emilio Serrano de Blesa


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